Pedro Juan Caballero - Saturday, 02 de November de 2024 |
En 1901, a los 14 años de edad, retornó a Asunción, con su febril cerebro habitado por los diseños futuristas de Da Vinci, que anticiparon al aeroplano, al helicóptero y al paracaídas.
Desde los árboles del frondoso Parque Caballero practicaba saltos con sus amigos, con un artesanal paracaídas que él mismo fabricó, ante los gritos de don Atimo, cada vez que llegaba con alguna luxación en la pierna.
Cuando en diciembre de 1903 supo que finalmente los hermanos Orville y Wilbur Wright habían logrado protagonizar el primer corto vuelo en un aeroplano, el Flyer 1, en Kitty Hawk, Estados Unidos, el todavía adolescente Silvio Pettirossi decidió que sería protagonista de esa nueva epopeya de la aviación mundial, en donde empezaban a inscribirse los nombres de otros pioneros, como Santos Dumont, Henri Farman, Roland Garros, Louis Bleriot, entre otros.
Fue un legislador argentino, el senador Benito Villanueva, quien le dio la oportunidad de viajar a Buenos Aires y conocer a Jorge Newbery, el as de la aviación argentina, quien lo apadrinó en su bautismo de aire. Su verdadero primer vuelo fue el que hizo en Buenos Aires, impresionando de tal modo a Newbery, quien le auguró: “Serás un gran aviador”.
De aquella experiencia inicial, el propio Silvio Pettirossi relataría después: “Por primera vez me sentí dueño del aire, después de Dios”.
Fue justamente Jorge Newbery quien le aconsejó ir a estudiar aviación a Francia, donde la naciente industria aeronáutica estaba más avanzada. Pettirossi golpeó puertas para conseguir una beca del Estado paraguayo y el respaldo de varios políticos de la época, como Luis Riart, Juan Cogorno, Manuel Gondra y Adolfo Chirife, le permitieron realizar su sueño.
El 4 de octubre de 1912, con 25 años de edad, Pettirossi parte a Francia y logra finalmente ingresar a la escuela de la fábrica de aviones Deperdussin, donde se enamora a primera vista del modelo de aeroplano que sería su compañero de aventuras.
El 3 de enero realiza su primer vuelo como aviador en Reims y el 27 obtiene su brevet de piloto. En Paraguay lo premian otorgándole el grado militar de teniente primero en comisión del Ejército Paraguayo. Era el primer militar aviador.
Desde entonces, su estrella no para de ascender. Vuelos de exhibición por toda Francia, rompiendo récords mundiales como la permanencia de 8 horas en el aire. La prensa francesa lo bautiza “Rey del Aire”.
Una de sus hazañas más recordadas es haber quebrado el récord con la acrobacia conocida como “Looping the Loop”, que nunca había sobrepasado de seis giros con el aeroplano en el aire. Pettirossi, en su primer intento, ¡logró hacer 37 giros! siendo la sensación europea.
Ante su fama, el Gobierno paraguayo le envía los fondos necesarios para adquirir su primer avión, Pettirossi manda construir su avión favorito: el Depeerdussin T monoplaza, con un motor Gnome rotativo de 7 cilindros y 60 HP. Lo bautiza con el nombre de su amado país: “Paraguay”.
El 17 de octubre de 1916, hace 108 años, en Buenos Aires, cuando el heroico monomotor “Paraguay” realizaba otras de sus clásicas acrobacias, un tensor del ala izquierda se soltó, arrojando al aparato en picada desde más de mil metros de altura, cayendo a tierra con un tremendo impacto.
Silvio Pettirossi falleció instantáneamente. Su reloj pulsera se detuvo por el golpe a las 9:25. Tenía 29 años de edad, con las puertas de la inmortalidad abiertas frente a él.
El cortejo fúnebre fue multitudinario en Buenos Aires. El coronel Adolfo Chirife, fue el encargado de traer sus restos mortales al Paraguay, el barco en que venían sus restos recibía homenajes en cada puerto, hasta llegar a Asunción donde aguardaba una multitud y lo aclamaba gritado "¡Pettirossi..! ¡Pettirossi..!”